En una era donde la sobreinformación nos inunda, uno de los aspectos que más trabajamos en nuestras aulas es el desarrollo de estrategias mediante las cuales los niños y niñas puedan aprender a pensar por sí mismos, seleccionar la información y gestionarla de manera crítica.
Y es que, ante el continuo cambio de nuestra sociedad y el acceso prácticamente ilimitado a todo tipo de información consideramos prioritario ayudarles a tomar decisiones y resolver conflictos de manera autónoma y satisfactoria.
En este proceso, las rutinas y destrezas de pensamiento juegan un papel fundamental. “Compara y contrasta”, “Las partes y el todo”, “Veo, pienso, me pregunto”… son solo ejemplos de algunas de las actividades que incluimos bajo esta denominación. ¿Lo importante? Crear un hábito de pensamiento que los niños vayan interiorizando con la práctica para, finalmente, llegar a automatizarlo. ¿Y qué pretendemos? Que sean creadores de sus propios aprendizajes a través de la observación, la asociación y la expresión.
Con las rutinas y destrezas de pensamiento les estamos ofreciendo un recurso muy valioso para trabajar la metacognición y así conseguir aprendizajes más significativos. Los niños toman conciencia sobre su pensamiento hasta comprender de qué manera han llegado a unas determinadas ideas.
Parece complejo, pero la realidad es mucho más simple que la teoría: utilizamos unos patrones sencillos compuestos por preguntas abiertas y cercanas a su realidad, que les invitan a pensar sobre un aspecto de manera organizada y hacen visible su pensamiento. Ellos disfrutan, se ríen, comparan, desmigan y piensan mientras en sus cabecitas todo un entramado de procesos mentales se pone en juego.
Os dejamos algunas fotos para que veáis de qué manera vamos aprendiendo a pensar y creando así una verdadera cultura de pensamiento en nuestras aulas.
